El Teatro Ópera está situado en Avenida Corrientes 860 de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, a 200 metros del Obelisco de esa ciudad. Allí actuaron Ava Gardner, Édith Piaf, la cantante italiana Mina Mazzini, el Folies Bergère, el Lido de París, Fairuz, R5 (banda) entre otros artistas internacionales.
Historia
El origen del teatro se remonta a 1870, cuando el empresario Antonio Pestalardo vislumbró que Corrientes, que en esos años aún era una calle angosta y alejada del centro de Buenos Aires, se animaría con la instalación de teatros. Su proyecto tuvo muchos inconvenientes, ya que al año siguiente estalló la epidemia de fiebre amarilla, y para colmo fue cerrado el puerto de la ciudad, trabando la entrada de materiales que necesitaba la construcción.1 Finalmente, Pestalardo logró su objetivo y así nació el “Teatro de la Ópera”,2 dedicado en principio al género lírico e inaugurado el 25 de mayo de 1872 con la ópera Il trovatore. Fue el primero de la ciudad que contó con iluminación a gas, una excepción para la época.
En 1889 el edificio tuvo una remodelación total, financiada por su nuevo propietario Don Roberto Cano; y Rufino Varela instaló en el nuevo edificio una usina eléctrica que le permitió autoabastecerse, todo un privilegio en la Buenos Aires de ese fin de siglo. Ya en 1936, el ensanche de la calle Corrientes anunciaba que la calle angosta pasaría a ser una importante avenida, y aunque las demoliciones se realizaban sobre la vereda norte de la calle y no era necesario afectar al edificio del teatro, su propietario Clemente Lococo aprovechó la oportunidad para construir el tercer y definitivo Teatro Ópera.
Edificio actual
En 1935 el arquitecto belga Alberto Bourdon concibió el actual Teatro Ópera, de característica fachada «Art Déco» (inspirada en el Cine Rex de París), con capacidad para 2500 personas, escenario apto para diversos espectáculos y una pantalla de cine de grandes dimensiones.
En definitiva, el Teatro Ópera es uno de los más importantes a nivel edilicio en Buenos Aires, y una de las mejores piezas de arquitectura «Art déco» en la ciudad a pesar de su carácter tardío, ya que hacia el momento de su construcción, ese estilo ya había dejado de ser vanguardia. Su fachada es imponente, luciendo un volumen central de líneas curvas con columnas y numerosas ventanas alargadas, que remata en una torre telescópica totalmente reconocible que da identidad al edificio. En sus extremos, el frente está revestido en granito negro, y con simetría axial luce dos franjas revestidas en trozos de vidrio dibujando patrones semicirculares concéntricos muy característicos de la decoración «Art déco». La marquesina es otro elemento de gran importancia en esta fachada, ya que de noche tres grandes lámparas de garganta circulares iluminan la vereda, cambiando constantemente de color.